El protagonista, Manji, es un guerrero que tiene una gran ventaja sobre sus rivales: ninguna herida le puede matar. En el pasado, mató a otros 100 samurais, entre ellos el marido de su hermana. Una monja anciana, de la que se dice que tiene 800 años, le concede el don de la inmortalidad mediante unos gusanos llamados kessenchū, que le curan cualquier herida y hasta restauran miembros amputados aunque la amputación haya sido hace horas. La muerte de su hermana le lleva a aceptar la misión que acabará con su inmortalidad: debe matar a 1000 hombres malvados para redimirse.
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